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domingo, 24 de abril de 2011

Mapoma 2011, antes, después y ahora... Capítulo I

Dicen que las entradas en los blogs no han de ser demasiado largas para no aburrir al personal, así que por ese motivo, haré diversas entregas sobre uno de los temas centrales de mi vida desde los últimos cuatro meses... ¿o quizás más?...

Facilitaré la no-lectura proporcionando títulos alusivos a "la saga", de modo que el lector tendrá libertad (como siempre, por supuesto) para quedarse o "pasar página" esperando otro tema que no sea "Mapoma". De momento, esto es lo que deseo compartir con vosotros y vosotras, con todo el cariño del mundo y mi más sincero agradecimiento por lo que me me habéis aportado siempre.



Como sabéis, este ha sido mi "segundo-primer maratón", dadas las circunsatacias del año pasado, que lo finalicé, pero de una manera "diferente".

Ha sido un abrazo distinto, con una sonrisa esperando, con mucho silencio en la preparación, con una calma y una soledad que a veces me asustaba. Parecía estarme hablando de otra forma, tal vez dejándome más sola, probando mi espera y el valor para los días previos, y también el valor y la fuerza del "gran día".

Cuando se cumple una semana de ese 17 de abril, cuando se cumple un año del día previo a la primera vez (25 de abril), medito sobre lo ocurrido antes, mezclado con el después y un poco el ahora. Será ésta, por tanto, una primera entrega de mi "Mapoma 2011" particular.

Esto es lo que pude escribir ayer, día del libro y día de S. Jorge, otro gran luchador, seguramente, como tantos y tantas otras que hemos sido los que estuvimos dentro y fuera del micromundo maratoniano en Madrid:

Mapoma:

si una vez te amé ahora soy tuya para siempre.

La primera vez me tendiste la mano y apenas pude guiarme con un dedo tuyo, suficiente para llevarme a la meta de una forma "técnicamente correcta".

Quisiste enseñarme una parte de mí que no conocía y nunca olvidaré tampoco.

Me enseñaste a esperar, a ver la meta en otro lugar, a posponer los sueños con mayúsculas y a ayudar a compartirlos.

La segunda vez me esperaste con calma, más callado que antes, con una sonrisa previa durante las 13 semanas de preparación que nunca se desdibujó.

Algún día tirabas de la cuerda para recordarme que "lo nuestro" iba en serio, no era un juego.

Sin embargo, todo fue tan suave, tan tranquilo, tan seguro casi daba miedo confiar tanto en tí.

Y así fue. Sentía un abrazo esperándome al final de lo que llaman "meta" el domingo pasado.

Pero lo sentí antes, mucho antes, desde los encuentros de los días previos que precedieron a tu abrazo:


(Del viernes, 15 de abril)


Los Pacos, Canillas, Lucas: geniales todos, magníficos, con una alegría que quitaba cualquier mal que pudiera atisbarse, en especial los consejos de Paco Gilo (mi querido doc.), pues no sólo te ayudará a quitar los males "de verdad", sino que además da gusto oírle. No sólo como profesional que técnicamente sabe las cosas y ACIERTA, sino como auténtico chamán que con sólo su mirada analiza, sintetiza y es capaz de ordenar lo necesario, preciso y conveniente en cada momento y para cada persona. Sencillamente, la parte más potente y poderosa de una inteligencia generosa y compartida de la que muchos tenemos la GRAN SUERTE de disfrutar. ¡GRACIAS, PACO!

Para quien no le conozca en persona tal vez piense que me estoy excediendo en ensalzarlo. Para quien tenga la suerte de conocerlo, estoy segura que entiende y comparte lo que digo. No te mueras nunca, doc., das mucho más de lo que tú mismo piensas...

Otro encuentro inolvidable fue con Pablo/Paúl (será con tilde¿?), será con tilde o sin ella, pero siempre un GRAN CAÓTICO. Inolvidable tarde mágica la del viernes, de momentos que se convierten en islas y hacen que todo lo demás desaparezca. Gracias, Paul (Ahora en inglés, ¡viva el caos!), todo lo transformaste con un sencillo "¿te apetece tomar algo?".

Es increíble lo que a veces esconden la sencillez de unas palabras...

Porque hubo información, desde la experiencia, ¡vaya que si las hubo! como para dar una conferencia él solito sobre el tema, ¡qué digo conferencia"... ¡un curso completo!, jajaja, eres el complemento ideal de Paco, está claro.

Pero también risas, twitter (quién sabe si lo intentaré...) y una cadena de asuntos enristrados en esa cuerda invisible que no se soltaba a pesar de todas las paradas, las alternativas del transporte público madrileño (sin duda uno de los mejores del mundo, nuestro metro), y que por fin se soltaría de manera obligada, pero tampoco brusca, desvaneciéndose en el aire hasta caer y convertirse en polvo. En el polvo de estrellas que me caerían tan dosificadamente al día siguiente.

Los trenes es lo que tienen: son cómplices de esas "magias".

Sólo que pocas veces nos fijamos...


***
(continuará... seguramente...)