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domingo, 20 de febrero de 2011

Mapoma 2011, Semana 5, sin sufrimientos, "Buscando Mapoma"




Lo más reseñable de esta semana que relato hoy han sido dos cosas: las magníficas series del martes y la atracción ejercida por Mapoma cuando en la tirada larga pasé junto a la Casa de Campo.

Las series del martes 8/02:

Tocaban 10x500, entre 2´40´´ y 2´30´´, y sin mucho esfuerzo conseguí hacer las últimas cuatro series por debajo de ese mínimo, siendo la más rápida a 2´22´´.
Visto de otro modo, la más lenta a un ritmo de 5´29´´/km. y la más rápida a 4´37´´.
Lo mejor: pulsaciones por debajo de 165 y muy buenas sensaciones, ¡por fin!
NO ha costado mantener el ritmo, recuperando en 45´´al trote y ¡no he sufrido en ninguna serie!
Por fin empiezo a sentir que estoy más cerca de la forma que necesito tener para mi objetivo, que es el mismo que el año pasado: acabar "bien".

El jueves 10/02 tocaban 70´entre 6´10´´ y 5´45´´ y cumplimos sobradamente. Me gustó la regularidad durante los 12 kilómetros y que no costó cumplir el objetivo demasiado.

Lo del sábado 12/02 ya fue "otra historia". Lo resumiré diciendo que tocaba tirada larga, unas dos horas, la primera suave (conseguido) y la segunda aumentando el ritmo. Así que me propuse un recorrido lo más ameno posible, dentro de lo que tengo cerca. El plan era llegar a la Dehesa de la Villa, correr los 2 kms. y pico del Canalillo, bajar por el carril bici hasta Ciudad Universitaria, Puente de los Franceses, Parque del Oeste, San Antonio de la Florida y río Manzanares. Hasta el río tocaría la parte "suave" (que además es de bajada) y luego la parte "fuerte" llaneando por la ribera del río.
Todo fue saliendo según lo previsto, incluso mejor, teniendo en cuenta que a la altura de la Sidrería Mingo el semáforo verde me invitó a cruzar el río y descubrir que puedo coger la otra margen del río sin subir a Príncipe Pío por la acera.
A esa altura tocaba empezar la hora "rápida" para mí (entre 5´40´´ y 5´15´´), pero cuando pasé por delante de la "puerta" que da acceso a la Casa de Campo frente a Príncipe Pío, un imán más fuerte que mi plan trazado en la cabeza me atrajo inexorablemente adentro, en busca de Mapoma. Fue como si un gran aspirador hubiera tirado de mí, agarrándome del brazo, y luego tirando del resto del cuerpo, obligándome a hacer un giro de 45º imposible de controlar. La emoción por pisar de nuevo esa entrada a la Casa de Campo, recordando cómo entramos el pasado 25 de abril, me puso la carne de gallina y me hizo respirar hondo, mirar los árboles, los mismos testigos mudos de entonces, sonrientes ahora por nuestra vuelta, sabedores de nuestra renovada intención de un nuevo encuentro con Él, con sus 42,195 metros de felicidad que espero recorrer otra vez.

Y ahí fue cuando todo cambió.

Es lo que tiene dejarse llevar por las emociones.

Llegué a la rotonda donde debía haber girado hacia el lago, pero pasé de largo, sumida en mis pensamientos, cuesta abajo, eso sí, en un camino sin retorno porque seguía yendo cuesta abajo, y mientras bajaba pensaba que la vuelta sería cuesta arriba, así que no podría ir a 5´15´´.


Bueno, a ver si hay suerte y encuentro un llano luego para hacer por lo menos los últimos kilómetros...


Pero no.


Siempre cuesta abajo, coches, bicis, árboles, caballos, alguno adormilado con su botella en un banco, paralelos a la "Calle 30", qué rápidos van los coches, cuánto ruido y qué cerca vamos de ellos, uno corriendo a lo lejos, camiseta roja, vamos detrás, que seguro que hay camino, ¡vaya!, se estrecha, tierra, surcos, cuesta arriba, esto se complica,


¡qué grande es la Casa de Campo! ¿hasta dónde llega? ¿cuántos kilómetros llevo? ¿doy la vuelta? No, aún no he terminado la media hora a 5´40´´, uf, vamos a intentar, al menos, un ritmo digno, ¿dónde está el de la camiseta? Por aquí no hay nadie, ah, sí, unas bicis, otro con un perro, se para, me doy la vuelta, cuesta arriba, intentaremos, al menos, ir por debajo de 5´40´´, cuidado con los coches, luego las bicis, ¿hay un carril bici o qué, ah sí, marca el km. 45.,


¡Anda!, este muro me suena, juraría que ese es... ¡el puente del Cagigal, si por aquí hicimos una caótica!,


¡vaya!, la rotonda grande, cuesta arriba ahora, todo cuesta arriba.


Consigo, a pesar de ello, ir por debajo de 5´40´´ los 3 últimos kilómetros.


A la izquierda, lejos, se alza el hotel de la Plaza de España... ¿cómo se llama ahora?


No importa, trazo una línea recta imaginaria y calculo dónde está el Paseo de Extremadura.


Miro en la dirección que busco... y en lo alto, la rotonda y una verja de madera,


gente paseando alrededor de... ¿EL LAGO?


Tiene que estar ahí arriba, algo me dice que es por aquí...


Subiendo desde la rotonda, ya


HUELE A MAPOMA


¡Sí, aquí es!, ¡por aquí pasamos! La última vez fue aquel día... escalofríos...


Hoy ya he terminado. El paisaje es tan distinto...


Paro.


Y paro el crono.


No he "cumplido" los ritmos esperados,


pero no ha estado mal.


He venido a tu encuentro,


te he visto,


te he respirado de nuevo.


Te siento cerca,


me llamas.


Vuelvo.