Bueno, ya pasó "lo peor". Yo no es que la odie tampoco, pero las hipocresías no me van, y eso de "tener que" hacer ciertas cosas "porque es Navidad", pues no lo llevo muy bien.
Es curioso, pero uno de mis mejores "25 de diciembre" fue uno de hace unos cuantos años en el que decidí ir a pasarlo al monte, lleno de nieve, frío y comiendo en un refugio de pastores con un amigo y una botellita de vino... y dos polvorones que sabían hasta raros allí.
Aquél día inspiró estas palabras.
Cuando paso un 25 de diciembre un poco "plof" recuerdo aquél día con una sonrisa y una cierta melancolía por no "atreverme" a hacerlo de nuevo.
Otro 25 de diciembre memorable lo pasé en Chicago, hace unos cuatro o cinco años, en un comedor habilitado para ancianos solos (algunos pobres y otros simplemente solos, con la familia al otro lado del país y "otras obligaciones"). Me impresionó ver cómo ricos y pobres tenían el mismo destino de soledad, a la vez que la misma ilusión por estar acompañados ese día. Eso sí, todos hablaban de su familia, de su pasado, de las razones por las que estaban allí... y a mi me parecía estar viviendo un sueño, una película, algo muy alejado de lo que solemos tener habitualmente el día de navidad. Pero fue otro día 25 que mereció la pena. Otro cuyo recuerdo reconforta.
Y hay tantos 25 de diciembre mucho peores que el nuestro...
Yo este 25 tuve la suerte de salir a correr por la mañana y por la tarde ir a echar unas canastas, en buenísima compañía y con unas risas de regalo que pintaron "de otro color" el día.
En fin, ya no os digo "feliz navidad" porque ya pasó, pero si sentís que la navidad tiene magia, encanto, estrellas de felicidad, etc. os deseo que todos los días tengan un poco de esa navidad, que cada despertar traiga el nacimiento de algo nuevo, y que sea bueno. Y si alguno no puede ser así... pues que pase cuanto antes y al día siguiente luzca otro sol diferente.
:-)
